QUE VIVA LA TRADICIÓN ORAL
Cuando veo al decimero Marceliano Mejía esperar durante horas en la sala de la Gobernación para hablar con el Gobernador, con el propósito de obtener uniformes para los niños de su semillero de 15 menores, me impresiona el esfuerzo que este anciano hace para mantener viva la tradición oral de Córdoba, esa que nace de la inspiración del hombre del campo y que agoniza por estos días puesto que sus máximos exponentes están en el ocaso de sus vidas.
marceliano enseña a crear décimas, e incentiva a los juglarsitos a comunicar verbalmente las creaciones que se forman en el espíritu de los hombres, a desafiar al público con maestría y espontáneo encanto.
En Córdoba existen verdaderos maestros de la tradición oral, como lo son marceliano Mejía, María de los Santos Solipá, Jerónimo Pérez Petro, que narran a través de las décimas, cantos de vaquería, gritos de monte, las historias de cuando niño arreaban a pie a través del sinú hasta Antioquia y otros departamentos el ganado, o los cuentos con moraleja como la de tío conejo en un maizal ajeno, que reflejan la idiosincracia de un pueblo, su forma de pensar y educar a través de la palabra,o simplemente décimas simpáticas que nos roban sonrisas.
la Secretaría de Cultura Departamental ha recopilado el trabajo de los juglares, los discos compactos, permanencen en manos de algunos amantes de la cultura. La labor apenas comienza cuando los buenos del folclor pierden la vida, las manifestaciones no han trascendido más allá de las esféras de la geografía cordobesa y los jóvenes actuales no les interesa el tema.
Crear una cátedra de sinuanología, o de la cultura cordobesa como lo propone el escritor José Luis Garcés, para desde la escuela se valore la identidad y se recupere la memoria cultural en los niños y jóvenes de córdoba, consolida la identidad caribe, en esta aldea global que poco a poco borra las huellas de las raíces y desdibuja la identidad del pueblo.
Martincito es un niño pelayero, que compone décimas de todo tipo, chistosas, cotidianas, románticas, con su prodigiosa creatividad y excelente memoria, acompañado siempre de su padre, construye canciones y prolonga la vida de la tradición oral. Martincito es una minúscula esperanza para que con el paso del tiempo la tradición oral, la que tiene sabor a río y monte no deje de sonar en los valles del Sinú y San Jorge.
3 comments:
la tradición oral, la que tiene sabor a río y monte no deje de sonar en los valles del Sinú y San Jorge.
Que linda esa frase y que post de interesante
Me encantaría hacer una cronica televisiva con este texto, cuando leia imaginaba como serian.
Debo decirte nuevamente que engalanas tus textos con tal magia que volamos al leer. Gracias por tus escritos, ademas creo nos enriquecen nuestra cultura
Hola Cristi, he estado viendo tu Blog y me ha parecido muy chevere e interesante. Un abrazo,
Jacques
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