DIENTES DE MARFIL

la silla vacía de mi odontólogo me obliga a pensar en el horrible día de hoy, en el que abandoné mi puesto de trabajo a eso de las once de la mañana, para cumplir la cita con mi odontólogo, o mejor dicho con la sencibilidad extrema que se dipara con el zumbido de la fresa.

Si no fuera por el estress que manejo, todo estaría bajo control, pero nooooo, nada de eso, todas la noches sin darme cuenta formo una parranda de chasquidos causados no por guacharacas, ni tambores, son mis molares y caninos, bruxando toda la carga emocional de un día de trabajo, un día como mamá y como esposa.

Confieso aveces no puedo con tanto, y me cuestiono si lo estoy haciendo bien.

Por estos días me claifico cinco como mamá aunque con poco tiempo para jugar con mis hijos, cuatro como esposa, y en mi trabajo, bueno ahí si que me califique el Gobernador y todos los que atiendo.

Lo cierto es que he perdido la paciencia para enfrentarme a mi cita odontológica, aunque ya me he partido varios dientes, las cordales están mal ubicadas, no tengo más remedio que consolarme aceptando dormir con la asquerosa placa "miorelajante "para no terminar mueca.

Ni les cuento el fallido intento de blanquear mis dientes, aunque no fumo, caí en las redes de la sonrisa pepsodent. A mi pobre odontólogo que además es mi primo hermano, casi le quemo la mano cuando aparté repentinamente la lampara, no soporté el dolor, y a él no le quedó más remedio que consolarme diciendo que lo más lindo de los hombres eran los dientes naturales hechos por " papito Dios" no importaba si no eran "blancox".

Entonces ya resignada y con una buena lección de sicología bíblica, salí a eso de las doce del medio día de mi cita odontológica, muerta de la risa resignada a mostrar mis dientes marfil, pero haciéndole un homenaje a natura.

Además el blanqueamiento me obligaba a dejar el café y mis días sin esta bebida en la mañana, no serían un buen despertar.