VIAJANDO POR LOS CAMINOS DE CÓRDOBA

Luego de tres meses lejana a el teclado del PC, olvidando hasta mi contraseña, por estar andando entre camisetas rojas, caminos destapados, hablando con la gente, tomando fotografías, y esperando los atardeceres de mi pueblo con un cielo naranja que se pinta de rojizo antes de entregarse a la oscuridad, retomo las palabras sueltas que bailaron en mi memoria imaginaria durante tres meses de ardua campaña.

No sé como explicarlo es un imán que atrae mis más puros sentimientos, pero lo mejor que me ha pasado ha sido esto, construir mi carrera a punta de caminatas, boletines de prensa, lentes y obturadores, publicidades en medios, y acompañar a hombres y mujeres que están en política.

Son dos campañas consecutivas y dos gobernaciones triunfantes, lo mejor antes del 28 de octubre, fue recorrer cada rincón de Córdoba, conversar con el desprevenido, compartir el almerzo en el mercado de lorica donde sientes que llegas a casa pues todas las comensales vestidas con coloridos atuendos, saludan tu llegada y hasta preguntan por tí como extrañando tu presencia.

En cada municipio encontré la algarabía de un pueblo que vive pobre pero felíz, un pueblo que generoso abre las puertas de su casa para alojarte en lo más profundo de sus entrañas, un pueblo que sabe a río y mar, que vibra con el clarinete, el bombardino y los cueros de un tambor.

Los caminos de Córdoba son de barro, polvo, decorados con un paisaje que se desborda en verdes, están intactos, vibrantes, así como las costumbres de los hombres y mujeres de veredas.

Con este largo recorrido durante tres meses por los caminos de Córdoba me siento orgullosa de ser de la tierra del sombrero vueltiao, levantada con bocachico, queso amasao, donde todavía se conservan las buenas costumbres y nunca se niega a nadie una sonrisa sincera!