turquesa

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"ojo por ojo y el mundo se quedará ciego"

Monday, April 07, 2008

MEJOR ESQUINA, VIVOS LOS RECUERDOS, VIVA LA ESPERANZA
Era una mañana soleada y un camino polvoriento me llevaba hacia un paisaje enmarcado en verde y àrboles frondosos que se abrazaban creando una sombra hùmeda en la mitad del camino.
Seguìa observando detenidamente el lugar, el sendero estrecho te invitaba a seguir a travès de puertas rùsticas de golpe, como las que vemos en las fincas del caribe. A lado y lado las hectàreas de tierra no daban señal de estar pobladas.
En mi mente trataba de reconstruir la historia de aquel dìa, con la informaciòn obtenida en los periòdicos de la època, pero esa realidad conocida desde la comodidad de mi sillòn, no era verdadera hasta ser contada por aquellos que la vivieron.
Elia Martìnez nos recibiò a Carlos Durango y a mi, en su casa fresca de madera y techo de zinc, sentada en la mecedora, arrullada por las gallinas aceptò, no muy convencida contarnos la historia.
Aquel 3 de abril era sàbado de gloria, todo estaba listo para la fiesta de Mejor Esquina, corregimiento de Buena Vista, el lugar serìa la casa de su hermana, en la finquita de al lado, aunque normalmente este jolgorio se hacìa en la plaza principal. Los preparativos no daban espera: La cerca de coroza para delimitar el lugar, los improvisados baños, la planta para brindarles luz, los caballos para las carreras, los gallos para las peleas, la banda y las velas para bailar fandango.
Elia, alistaba las viandas para preparar el mondongo, empanadas y otras comidas tìpicas que serìan vendidas en la fiesta, cuando amasaba incesantemente el maìz molido, escuchò que por la loma, en la vìa, venìa un carro, todos se sorprendieron, aùn màs, cuando notaron que el vehìculo apagò sus luces y los tripulantes bajaron en silencio y llegaron caminando algunos por detràs del lote y otros entraron de frente.
Eliay otros màs, pensaron que serìa el ejèrcito a pedir papeles, pero las ràfagas de plomo, anunciarìan que eran delincuentes que venìan a quitarles la vida.
El bombardino y el clarinete fueron apagados por los lamentos de hombres, mujeres y niños que aterrados clamaban por sus vidas, no hubo compasiòn. Los armados disparaban incontrolables, cegados por la locura, que les permitiò asesinar a dos menores de siete y diez años, y a otras 25 almas inocentes que cayeron, acusados de ser guerrilleros.
Elìa se refugiò en la casita del lote, junto con su esposo y algunos sobrevivientes, los armados saciados de sangre y violencia, se marcharon gritando a viva voz " A qui dejamos a algunos vivos, para que lloren y entierren a sus muertos".
Se escuchaban lamentos, insultos, reclamos, por parte de los hombres macabros, que con sinìsmo, acabaron con la humanidad de inocentes. Cuando Elia se atreviò a salir de la casa, luego de que todo estaba en silencio, viò tirados en el piso a los hombres y jòvenes, acostados boca abajo, el pànico y el terror, se apoderaron de su mente, y la hicieron pensar que aquellos, los caìdos, eran tan sòlo hombres atemorizados que aùn vivìan.
Que mala sorpresa, la de Elia, Vìctor y los sobrevivientes, al descubrir que sus amigos de la vereda, sus familiares de sangre, sus hermanos, primos, compadres, y amigos estaban muertos.
20 años despuès Elia y su esposo, revivieron la tragedia, nos la contaron minuto a minuto, sin olvidar los detalles. Con las làgrimas en los ojos, recordaron el horrror de la injusticia y la desconfianza vivida los dìas despuès, cuando todos corrìan al oir que se acercaba un carro, la mùsica no se volviò a escuchar y los fantasmas se apoderaron de las mentes de los vecinos, familiares, obligàndolos a dejar abandonado a su pueblo.
Años màs tarde, volverìan a recuperar la normalidad de sus vidas, descubriendo que aùn permanece un vacìo en sus almas, el dejado por la ausencia de sus seres queridos, aceptando que aùn quedan heridas que no cicatrizan, como el recuerdo de la muerte violenta, la vulneraciòn del derecho a la vida y el sabor amargo de la impunidad.
De regreso a casa, conocida la historia el camino no se veìa igual, estaba lleno de nostalgia, cargado de gamas de verdes, que me hacìan recordar que siempre es posible volver a empezar, si se mantiene viva la esperanza de un mejor porvenir.